“Llama la atención que una historia imaginada por Cervantes hace 400 años, sólo creída por su personaje principal Don Quijote, tenga hoy notable vigencia. Recordemos que la tradición de la caballería ya había desaparecido para cuando escribe Cervantes esta novela y probablemente esto marque la urgencia de que aparezca el inseparable Sancho Panza, tan pragmático como necesario para desengañar al caballero en cada episodio que acomete… aunque en algún punto trastruequen roles”. Quien lo dice es Elena Pedicone de Parellada, en este mes cervantino.
Es que, como recuerda la directora del Instituto de Literatura Española de la UNT, bien vale celebrar los 400 años de la aparición de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, porque, con seguridad, no estaremos para celebrar el medio siglo de la obra icónica de Miguel de Cervantes.
Por eso, el 27 y 28 de este mes, en el Virla, la comunidad podrá participar del evento “1615-2015, el Quijote en Tucumán”, que organizan investigadores del Instituto de Literatura Española y alumnos de Letras de la UNT. La agenda, diversa, incluye una maratón de lectura de fragmentos del Quijote, la muestra virtual “El Camino de la Mancha”, la mirada de Felipe Pigna sobre Don Quijote, talleres y una puesta musical y la presentación del Volumen homenaje sobre el Quijote editado por la UNT con auspicio de la Asociación Argentina de Hispanistas, a cargo de investigadores de diferentes universidades nacionales, entre otras acciones.
- ¿Por qué con el Quijote se inaugura la novela moderna?
- Precisamente, lo que reclama con esto Cervantes es un nuevo lector; que no lea la realidad como lo haría solo Don Quijote. En todo caso un lector que lo haga tanto con los ojos de don Quijote como con los ojos de Sancho. Por esto la gran dimensión que ha alcanzado la novela en la literatura universal: porque trata de cómo se lee un libro y con esto, perfila al lector moderno. Leído el texto en su linealidad, Don Quijote sería un ejemplo de desmitificación: cada aventura que emprende termina en costillas rotas y apaleo; cada intento de encuentro con Dulcinea, en desencanto. Y la condición de “comicidad” de la novela a la que contribuye el pragmático Sancho tras la motivación del dinero, aparece neutralizada con un marcado escepticismo que cierra el texto al mostrar un Alonso Quijano lúcido, admitiendo en su lecho de muerte el equívoco en que ha incurrido por leer tantos libros y falsear la realidad. Es acá donde la cooperación de un lector lúcido debe salir al encuentro. Ocurre que el genial Cervantes con esta historia de delirios y derrotas, de optimismos y desencantos, no da la espalda a la realidad sino muy por el contrario nos invita a los lectores modernos a sumergirnos en ella, para entender que la realidad no es unívoca; que existen tantos mundos posibles como los que podamos pergeñar, y que estos mundos alternativos pueden resultar más consoladores que el que nos toca en suerte. Que los deseos, sueños y máscaras que impostamos (de caballeros andantes u otras más virtuales), atraviesan de forma esencial nuestra identidad. Qué está en la naturaleza humana el querer ser lo que no podemos ser, pero que por el sólo hecho de desearlo, como Don Quijote y Sancho, ya somos y podemos reinventarnos.
- Se acaba de publicar una adaptación del Quijote, hecha por Arturo Pérez Reverte...
- Así es. A fin de contar con un Quijote de lectura sencilla y que sirva como herramienta educativa, la Real Academia Española (RAE) le pidió a Pérez Reverte que adapte el original, podando todo aquello que pueda resultar dificultoso a niños y lectores recién iniciados. A fines de 2014 se publicó esta nueva edición del Quijote, de carácter “popular y escolar”. Señala Pérez Reverte que puso especial atención a la limpieza de los puntos de sutura de los párrafos eliminados, para que la ausencia de éstos no se advierta en una lectura convencional. Reconoce también que quitó las citas a pie de página de la edición crítica y erudita de Francisco Rico (publicada también por la RAE en 2004); que corrigió algunos términos confusos para un lector medio y que las palabras añadidas intentan reproducir el propio vocabulario cervantino. Entiendo que se trata de una muy buena alternativa como herramienta educativa en el aula y también para el lector recién iniciado, porque a nadie se le oculta que el Quijote puede resultar engorroso, en tanto despliega un español del siglo XVII con el cual estamos poco familiarizados. Coincido con el propio Pérez Reverte en que un Quijote adaptado y accesible puede resultar muy eficaz en manos de un lúcido profesor: el texto permite reflexionar con los alumnos sobre la compasión, la memoria, la dignidad ante la derrota, la tolerancia entre religiones y muchos otros temas esenciales y de actualidad.
Eso sí; el estudiante universitario debe ser consciente que se trata de una edición alternativa frente a otras ediciones críticas y eruditas existentes a las que sin duda, debe acudir. Y el profesor universitario debe empeñarse en contagiar el entusiasmo por una lectura fruitiva pero a la vez rigurosa y académica, a partir de ediciones apropiadas.